Sonidos en Letras....
15 febrero 2007
Coldplay - Espacio Riesco - 14 de Febrero de 2007
Anoche, finalmente, llegó el día que esperaba desde el día en que decidí invertir unos pesos que había ahorrado, en comprar un disco. Entré en la disquería y pedí "Parachutes" de Coldplay, banda que hasta el momento pintaba ser solo una más del Brit Pop, y su única canción conocida era "Yellow". Llegué a mi casa impaciente, escuché el disco, y amé todas sus canciones. A Rush of Blood to the Head y X&Y los conseguí a través de las soluciones que internet y la tecnología ponen a nuestro alcance.
Hace un par de años ya, se hablaba de la venida de Coldplay a Chile, pero no sonaba más que como aquella eterna promesa de Pink Floyd en el Valle de La Luna. Fue en la Rock & Pop, una mañana culquiera, donde escuché que el concierto estaba confirmado, y que además, no sería uno, sino tres. La página de Ticketmaster en Chile anunciaba los precios de las entradas, y no tuve más remedio que respirar profundo, tragar, y desembolsar lo que se me pedía para ver a estos chicos.
A partir de las 4 de la tarde, no pude concentrarme en nada. El reloj avanzaba muy lento, y al llegar las 18.30 salí a toda velocidad de mi oficina, camino a casa. En el trayecto, mi falta total de concentración casi causa dos accidentes del tránsito.
Entramos en Espacio Riesco. Yo solo había ido en una oportunidad anterior, pero ese concierto se realizó en las afueras del recinto. Esta vez, la ubicación era al interior. Hago una inspección visual del lugar, y me aterra que el diseño en su construcción, y lo "cementado" del lugar atenten contra el sonido.
Saiko abre el show... Un poco lánguidos, sin bajista, lo que hace que su música suene aun más plástica, ya que las líneas de bajo sonaban junto con el resto de las bases que usan generalmente en sus presentaciones. Plano. La batería casi no se escucha.
Con 40 minutos de retraso entra Coldplay. El orden de los temas recorre, en reversa, toda su discografía. Abren con X&Y, siguen con A Rush of Blood to the Head y luego, Parachutes. El orden se repite un par de veces. Lamentablemente, el sonido no mejora. Batería y Bajo siguen quedando demasiado atrás del resto de los instrumentos. Pero, sinceramente, lo que más se oye es la voz del público cantando todas y cada una de las canciones que eligen para el repertorio.
Visualmente, el show es aun más interesante. Cada canción va a acompañada de un despliegue impresionante de luces, todas distintas. El punto más alto llega con "Clocks" donde una serie de láseres inundan Espacio Riesco en todas direcciones.
Los chicos de la banda, hacen el trabajo correcto, pero es Chris Martin quien da movimiento al escenario. Pasa de un lado al otro, se sienta en el piano, se acerca al atril central y se cuelga una guitarra. Se acerca al público. Toma un spray y pinta dos lienzos negros que hay a cada costado del escenario. El de mi izquierda con algo que parece ser una "M", y el de mi derecha con una sonrisa. Intenta hablar español, nos pregunta qué queremos escuchar, construye frases que a veces parecen aprendidas de memoria, y otras, un esfuerzo por conectarse con el público, que no necesita en absoluto de sus palabras para esa conección que busca. Estamos todos ahí.
Lamentablemente, no hay pantallas gigantes que nos permitan seguir el show más de cerca. La ubicación del escenario y la euforia del público no permite ver mucho. Hay que esforzarse demasiado por seguir el show, visualmente.
Comienza a sonar "Fix You", y aparece en el escenario la misma lamparita que en el video. Es emocionante, no solo por esa letra que a varios nos ha dejado con un nudo en la gargante, sino porque en ocasiones Chris pide que cantemos solo nosotros, y él, impresionado termina cada intervención nuestra con un tropezado "Increíble".
Se despiden. El público queda inmóvil por largos minutos, aplaudiendo, pidiendo más. Pensamos que sería un intermedio. No, las luces de Espacio Riesco se encienden y cuando miro al escenario, los roadies están ya desarmando todo.
Ha pasado un poco menos de una hora y media, y si bien, me quedé con gusto a poco, y encaprichada con algunas canciones que no tocaron, la experiencia fue intensa.
Hace un par de años ya, se hablaba de la venida de Coldplay a Chile, pero no sonaba más que como aquella eterna promesa de Pink Floyd en el Valle de La Luna. Fue en la Rock & Pop, una mañana culquiera, donde escuché que el concierto estaba confirmado, y que además, no sería uno, sino tres. La página de Ticketmaster en Chile anunciaba los precios de las entradas, y no tuve más remedio que respirar profundo, tragar, y desembolsar lo que se me pedía para ver a estos chicos.
A partir de las 4 de la tarde, no pude concentrarme en nada. El reloj avanzaba muy lento, y al llegar las 18.30 salí a toda velocidad de mi oficina, camino a casa. En el trayecto, mi falta total de concentración casi causa dos accidentes del tránsito.
Entramos en Espacio Riesco. Yo solo había ido en una oportunidad anterior, pero ese concierto se realizó en las afueras del recinto. Esta vez, la ubicación era al interior. Hago una inspección visual del lugar, y me aterra que el diseño en su construcción, y lo "cementado" del lugar atenten contra el sonido.
Saiko abre el show... Un poco lánguidos, sin bajista, lo que hace que su música suene aun más plástica, ya que las líneas de bajo sonaban junto con el resto de las bases que usan generalmente en sus presentaciones. Plano. La batería casi no se escucha.
Con 40 minutos de retraso entra Coldplay. El orden de los temas recorre, en reversa, toda su discografía. Abren con X&Y, siguen con A Rush of Blood to the Head y luego, Parachutes. El orden se repite un par de veces. Lamentablemente, el sonido no mejora. Batería y Bajo siguen quedando demasiado atrás del resto de los instrumentos. Pero, sinceramente, lo que más se oye es la voz del público cantando todas y cada una de las canciones que eligen para el repertorio.
Visualmente, el show es aun más interesante. Cada canción va a acompañada de un despliegue impresionante de luces, todas distintas. El punto más alto llega con "Clocks" donde una serie de láseres inundan Espacio Riesco en todas direcciones.
Los chicos de la banda, hacen el trabajo correcto, pero es Chris Martin quien da movimiento al escenario. Pasa de un lado al otro, se sienta en el piano, se acerca al atril central y se cuelga una guitarra. Se acerca al público. Toma un spray y pinta dos lienzos negros que hay a cada costado del escenario. El de mi izquierda con algo que parece ser una "M", y el de mi derecha con una sonrisa. Intenta hablar español, nos pregunta qué queremos escuchar, construye frases que a veces parecen aprendidas de memoria, y otras, un esfuerzo por conectarse con el público, que no necesita en absoluto de sus palabras para esa conección que busca. Estamos todos ahí.
Lamentablemente, no hay pantallas gigantes que nos permitan seguir el show más de cerca. La ubicación del escenario y la euforia del público no permite ver mucho. Hay que esforzarse demasiado por seguir el show, visualmente.
Comienza a sonar "Fix You", y aparece en el escenario la misma lamparita que en el video. Es emocionante, no solo por esa letra que a varios nos ha dejado con un nudo en la gargante, sino porque en ocasiones Chris pide que cantemos solo nosotros, y él, impresionado termina cada intervención nuestra con un tropezado "Increíble".
Se despiden. El público queda inmóvil por largos minutos, aplaudiendo, pidiendo más. Pensamos que sería un intermedio. No, las luces de Espacio Riesco se encienden y cuando miro al escenario, los roadies están ya desarmando todo.
Ha pasado un poco menos de una hora y media, y si bien, me quedé con gusto a poco, y encaprichada con algunas canciones que no tocaron, la experiencia fue intensa.
